viernes, 20 de enero de 2012

¿Por qué esconder la inteligencia?

Brillantes, con un gran talento pero también con dificultades para relacionarse con sus semejantes. Algunos niños superdotados optan por ocultar sus capacidades.

Genética y entorno. La inteligencia se hereda pero también se adquiere a lo largo de la vida. “Son dos tipos de inteligencia que se conjugan en una y dan como resultado la capacidad del individuo para aprender, realizar tareas, desarrollarse y, en definitiva, adaptarse al medio”, indica Celestino Rodríguez, profesor de Psicología de la Educación en la Universidad de Oviedo.

Un ambiente enriquecedor aumenta las posibilidades de desarrollar la inteligencia. “No obstante, hay veces en las que aunque el entorno sea adecuado, no estamos predispuestos genéticamente para el desarrollo cognitivo”, afirma.

Según comenta el especialista, se suele considerar superdotado a una persona cuyo cociente intelectual es de 130 o superior, mientras que el cociente intelectual medio de la población general es de 100. Sin embargo, Rodríguez asegura que la superdotación no se determina sólo en función de esta cifra.

“La superdotación no es un estado homogéneo. Al contrario, hay más disimilitudes que parecidos. Sólo teniendo en cuenta la inteligencia a nivel psicométrico, se encuentran diferencias importantes entre los niños de cociente intelectual 130 y los de más de 200”, explica María del Carmen Blanco Valle en la “Guía de identificación y seguimiento de alumnos superdotados”.

Con todo, estos niños “presentan generalmente una serie de rasgos que nos pueden ayudar en su identificación”, añade.

Gatear a los seis meses, tener un vocabulario avanzado a los veinticuatro meses o contar hasta diez a los dos años y medio son algunos de estos rasgos.

A la hora de detectar a un alumno con altas capacidades, los profesores deben fijarse en características como “la creatividad, además de la capacidad de estar despierto y de sintetizar con rapidez todo lo que se le dice o lo que ve”, explica Celestino Rodríguez.

Los niños superdotados tienen una gran capacidad para retener información. “Pueden entrar en una sala, estar allí aproximadamente diez segundos, salir y comentar todas las cosas que hay en el interior. Con unos segundos les sobra para hacer una fotografía exacta del lugar”, afirma el profesor de Psicología de la Educación.

Asimismo, los superdotados “suelen tener algún don con las artes plásticas, la música o con otras especialidades que no sean puramente la cognitiva”, apunta.

Sin embargo, a menudo presentan dificultades para relacionarse con sus semejantes. “Suelen ser niños dominantes a los que les cuesta integrarse en un grupo”, apunta Mercedes Fernández, maestra de educación primaria.

Mercedes destaca el caso de un niño con altas capacidades que a los tres años cuenta de dos en dos en inglés hacia atrás para entretenerse mientras sus padres le llevan en coche. Pero se trata de un pequeño con tendencia al aislamiento y que tiene pocos amigos.

Alumnos selectivos
“Los superdotados son selectivos. Les gusta lucirse en las materias que más les interesan pero no destacan en otras asignaturas, en las que pueden estar, incluso, por debajo de los niveles de la clase”, afirma.

“Los alumnos superdotados necesitan retos educativos diferentes para evitar el fracaso escolar”, asegura Esteban Sánchez Manzano, miembro del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid en el libro “El proceso de enseñanza y aprendizaje”.

“Con frecuencia estos alumnos se aburren en la dinámica de las clases y dejan de atender a las explicaciones del profesor”, apunta.

“Muchos de ellos no manifiestan sus capacidades ni habilidades con el fin de adaptarse al conjunto de la clase y ser aceptados por profesores y compañeros, pero esto mismo les hace perder espontaneidad en sus comportamientos y caen, en algunos casos, en obsesiones y depresiones”, señala Sánchez Manzano.

El profesor Celestino Rodríguez conoce algunos casos de niños que tratan de esconder su capacidad. “Los demás pueden etiquetarlo como el listillo que todo lo sabe y eso puede llevar a un cierto ambiente de acoso psicológico”, opina.

“Muchas veces el niño actúa de esta manera o, incluso, fracasa en sus estudios, lo que resulta paradójico. Una de las razones puede ser que no quiere destapar la gran capacidad que tiene para que los demás no le aparten del grupo”, puntualiza.

Rodríguez afirma que los niños con altas capacidades necesitan “una estimulación flexible en función de sus preferencias. Su ambiente debe basarse en aquello que más les motive y estimule y no encorsetar su capacidad en un currículo escolar rígido”.

“La inteligencia es dinámica”, afirma. “Si somos capaces de estimular al niño, un cociente intelectual de 100 pueden convertirse en 120 ó 130”, aclara.

Hay capacidades que muchas veces “están dormidas por ausencia de motivación, por falta de atención o por no disponer de un ambiente enriquecedor. Pero se puede trabajar, se puede avanzar en la inteligencia”, asegura.

Fuente: La Vanguardia

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